Los ruteros trotaron entre helechos, bambúes, árboles aliso y drago y cantos de pájaros. Días antes habían caminado por allí dos tapires. La indicación de Fernando Game, administrador de la hostería, fue no hacerles caso y seguir de largo pues éstos son totalmente inofensivos.
La ruta tuvo su dificultad por las subidas y bajadas constantes. Sin embargo, Stalin Barros y Antonio Erazo decidieron hacer 30 kilómetros como parte de su entrenamiento para la maratón de Río de Janeiro.
Por un rato la garúa dejó paso al sol. Los corredores terminaron contentos los 21 kilómetros en un promedio de 2 horas.
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