Diario del terremoto III


NOS SEGUIMOS DESPIDIENDO


Cuando alisto la carta que va con el cheque del seguro, leo el nombre de la persona que murió con diagnósticos devastadores como politraumatismos por aplastamiento… ¿Dios mío cómo permites eso? Sí, estamos de paso en esta tierra, pero ¿morir así? 

Como ellos, todos tenemos dos nombres y dos apellidos prestados, quizás allá en el Cielo nos llamemos estrella, sol, nube… aunque Dios dice que tiene tatuado en Él, en su Espíritu, nuestro nombre por tanto que nos ama. ¿Cómo me llamo para Dios?

Duele mencionar ese nombre de una madre, un padre, de hijos… y es doloroso escribir que nos unimos en un abrazo de paz con los que quedan aquí por un tiempo más, para que cumplan el sueño que tenía “luna” o “turquesa”, que ahora están sonriendo con Dios.

Vamos en el último mes del año y si miramos atrás podemos afirmar que el terremoto del 16 de abril fue lo más duro del 2016 y de la década. Y en la vida de muchos, lo más duro que hemos vivido en Ecuador.

Nos seguimos despidiendo de nuestros hermanos, y de la próspera tranquilidad que se vivía en Manabí. Volveremos a levantarnos, pero tenemos en la piel la sensación de que somos mortales y que con la naturaleza no se juega.


Comentarios