The Trail Fest Utah 60k





Llegando a Kanab, Utah, había un letrero: Falta 1.6 millas para 1600 sonrisas. Así fue. Un pueblo hermoso con casas chiquitas con jardín, rodeado de montañas rojas. Y con gente linda como Rosa, del restaurante mexicano Escobar. Y nuestra casita de Airbnb, ¡qué hermosa! ¡Para volver!

En Kanab estaba el campamento de The Grand Circle Trail Fest, la carrera multietapa de 60k, que recorre tres parques nacionales de paisajes y terrenos variadísimos.

La noche anterior al arranque Timothy Olson nos dio una charla motivadora. Ex adicto, apresado por drogas, con depresión, ganó dos veces y rompió el récord de las 100 Millas del Oeste (Western States 100 Mile Endurance Run). “Correr salvó mi vida. Cuando empecé a correr, empecé a soñar. A soñar con una familia, con una conexión entre la naturaleza, los animales, y yo. Correr me hizo descubrir la persona que yo sabía que estaba dentro de mí”.

Timothy nos dijo que no nos olvidáramos del silencio durante la carrera. “Ustedes pertenecen a esto, sigan su destino. Los retos exploran el alma… mañana encuentren el propósito de su vida”.

Con esas palabras largamos en medio de la lluvia a la primera etapa: Bryce Canyon. “El Templo de los Dioses”, majestuoso, con rocas rojas y formaciones raras, los “hoodoos” que son personajes que fueron petrificados por los dioses por no portarse bien.

Bajamos esos chaquiñanes como balas. Nos recordaban a los senderos donde entrenamos. Un rato iba a 4:30 el kilómetro. Una etapa hermosa.

Camino a Zion, la 2da etapa, sentí dolor en el tensor derecho y me acordé de la ampolla ganada el día anterior. El terreno era bien distinto a todo lo que hemos visto y entrenado en Ecuador. Sube la roca, baja la roca. Rocas del tamaño del carro. ¡Qué lento se avanzaba en Gooseberry Mesa! Me costó una salvajada esos 20k. Me dolía la pierna, pero el paisaje era tan sobrecogedor que paraba y tomaba fotos. Algún rato ya pude correr con ritmo y gracias a un grupo con el que nos íbamos impulsando, terminé la etapa. “El Santuario” de torres, iglesias y catedrales de roca, y la Mesa, fueron duros pero inolvidables.

La última noche de campamento nos dieron masajes y a mí me pusieron un gel que me revivió el tensor. El último día resultó ser tan técnico como solo “Marte” o el Horse Shoe Bend puede ser. Una parte del Grand Canyon era el desierto con su belleza y soledad. Fuimos con todo, pero el territorio nos esperaba con todo también: arena, espinos, rocas filudas, piso de tejas rojas. Fue difícil de correr. Iba un buen rato luchando con el trail y veo el reloj y había avanzado 500 metros. Me inspiré en el desierto y en los corredores élite que volvían por el mismo camino, saltando como cabras. Ahí me saqué hasta la última gota de esfuerzo.

Podemos estar satisfechas de haber dado todo, fuimos enteras y volvimos destruidas pero felices. Las categorías fuertes, de más de 100 mujeres cada una. Resultados: la Maló llegó entre las 10 primeras, la Aguita por ahí y yo en el puesto 17. María Jo durísima, ganando posiciones. ¡¡Qué felicidad verle completar los últimos metros del kilómetro 60!!

Gracias a mis profes Coco y Gonza Calisto, a Manuelito Peñaherrera por sus masajes y estiramientos, al equipo TSX y a mi hermana María Jo por formar entre todas, el grupo de traileras más divertido, descomplicado y auténtico que hay. A nuestro guía, chofer, fotógrafo y brother Silvio Giordi. A mi familia, al Santi por la limpia con ortiga y baño de hierbas, y su apoyo de siempre. Al Cisco, Manu, a mi papito mío y a Chavica por meterme tanta energía.
A Felipe por inspirarnos a batallar sin cuartel.

A todas las personas que nos animaron desde el FB, Twitter, Instagram. Por mail, por whatsup y en vivo. A “los ángeles”, los running partners que no acolitan al monte, pero nos acompañan a los trotes del chaquiñán, llevan mimosas de despedida y apostaron –con plata- por nosotras.

¡Cuánto mensaje hermoso, mil gracias!

¿Descubrí mi propósito? Sí creo. Vivir cada día como si fuera de 30 horas o más, sacándole el jugo a la vida. Y compartir y contagiar esa gozadera a todo el que se cruce.

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