Al
llegar a las Islas Galápagos sientes que estas en otro mundo. La arena es
blanca, la vegetación verde intenso y el azul del mar, fuerte y transparente,
porque no recibe a ríos turbios ni aguas de estero. Los pájaros caminan
tranquilamente en la arena grumosa en formación, y los lobos marinos se
desperezan para dar la bienvenida al descanso y gozo de la vida.
Pero la
vida también es extrema en Galápagos: corres 21 kilómetros a temperaturas que van de
14 a 34 grados Centígrados (65 a 90 Farenheit). Gente de todo el mundo anda con un
brillo especial en su mirada. Respiras el aire del océano Pacífico en pleno. Ves
los cráteres de piedra negra volcánica donde germinan semillas con plantitas
rellenas de verde. Las fragatas están sentadas en masa frente a ti.
Lobos
marino bebé que llaman a sus mamás y éstas les oyen bajo el agua, salen, buscan
entre la manada y se tumban orondas para amamantarles y besarles.
El amor es
extremo y envidiable aquí en Galápagos, porque unos y otros se aman sin límites
ni carencias. Todo frente a ti.
Continúa…
Un gran reto acompañado de una experiencia única.
ResponderEliminarExcelenete iniciativa.