¡NO QUEREMOS UN MUSEO!







Cuarta semana sin salir a correr alguna ruta fuera de Quito. El #Reto21x24 ocupó mi tiempo cada mes por dos años, porque tenía que trazar el recorrido, la logística, contacto con fotógrafos, bebidas, medallas, invitar a la federación provincial y otras entidades, y convocar a los corredores. Por último viajar a la provincia de turno ya sea por tierra o por aire.

Lo natural para mí es seguir con esta misión de transmitir el gusto por correr, por conocer el Ecuador natural  y sobre todo, por levantar una voz de alarma frente al daño que sufre cada día el Yasuní.

En conversaciones con corredores, periodistas, colegas y amigos, la mayoría dice: “igual se va a explotar”. Y yo les digo: eso es un problema, pero hay cientos ahí dentro. Están entrando al Yasuní todos los días camiones con material de construcción, atrás de éstos van los remolques con taladros, atrás van los colonos, atrás los madereros informales, atrás los comerciantes de animales, atrás los políticos planeando desde ya ¡¡DEJAR UN MUSEO PARA LA POSTERIDAD!!

Con eso nos van a contentar: ¡con un MUSEO!

La Fundación Amazonía por la Vida denuncia: “la idea de hacer de la selva (y sus habitantes) un museo, salta a la vista. Según el convenio suscrito entre Ivonne Baki, Life Group y la Fundación Mar, las partes se comprometen a: 'La difusión de la Iniciativa Yasuní-ITT; realizar un estudio de valoración económica de los recursos no renovables incluyendo los servicios ambientales; además del diseño, desarrollo y construcción de un Centro de La Biosfera del Yasuní, integrado entre otras cosas, por un Arboretum, “Green School” para las comunidades y un centro de información digital.'"

Junto a mi casa había un parque lleno de matorrales naturales, de arupos, acacias, adelfas, molles. Lo vendieron y comenzó la construcción. Los ingenieros y arquitectos tumbaron todo incluso pusieron tierra nueva traída tal vez de algún desbanque, y están sembrando césped y poniendo macetitas. No les culpo. Tendrían que volver a nacer para cambiar su chip al de Conservación.

Cuando yo hice mi casa dejé todos los árboles intactos, cercados con alambre de púas para evitar que les dañen, y re-ubiqué los que estaban en el área de construcción. Y lo digo con orgullo porque sí es posible conservar y el premio es tener árboles grandes desde el primer día, oxígeno, canto de pájaros, conciencia tranquila.

Tengo un museo al lado de mi casa. Está verde, pero se llevaron la naturaleza, los sapos, los colibríes, la tierra de años de sedimento mezclado con el abono de las vacas que pastaban por ahí.

Estoy en Quito y eso es lo que pasa en la urbe con una administración que no planifica áreas verdes. Pero el Yasuní… el territorio sagrado… el Abya Yala, el Bosque…  ¿se va a convertir en un Centro de animales embalsamados? ¿En un Green de blablá puro blablá? 


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