RESEÑA DE LA MARATÓN DE
LONDRES
Solo sé que en el pavimento de Londres quedaron enterradas la tristeza y la depresión. No hay motivo ni interés para dar cabida a esos dos enemigos de la vida.
El público de Londres -700.000 expectadores- se volcó a las calles el domingo 21 de abril con rótulos de: no nos pararán; por Boston; no tenemos miedo. Todo esto debido a la indignación causada por la explosión de dos bombas durante la maratón de Boston del lunes 15 de abril, puestas al parecer por dos chechenos terroristas.
A los corredores nos
dieron un lazo negro para prenderlo en las camisetas. También nos dieron
muchas recomendaciones por ejemplo que notificáramos a la policía si veíamos
cualquier cosa sospechosa o fuera de lo común.
En el periódico también
se pidió a la gente que si iban a alentar a los corredores estuvieran
pendientes de cualquier cosa que les llamara la atención e informaran a la
policía. Decían: es imposible vigilar 42 kilómetros, pero cada uno de ustedes
puede vigilar su alrededor. Qué mensajes diferentes a lo que he recibido en las 6 maratones y en las decenas de carreras anteriores. Toca prepararse para un mundo diferente en verdad.
La Expo estuvo muy buena
desde mi punto de vista. Fuimos el viernes anterior a la carrera con la
Cristina y el Fernando. No fue la inmensidad y el esplendor de Nueva York, pero
nos recibieron con música triunfal en la parte de entrega de chips que además
fue muy organizada, como toda la carrera. Luego pasamos por una galería que
mostraba las 5 Majors (las carreras más grandes del mundo) con fotos y
mensajes. Ahí me tomé fotos porque si todo iba bien el domingo, completaría las
5: Chicago, Boston, NY, Berlin y… Londres.
Más allá estaba otra gran
galería estilo planetario, de Adidas, con un muro para firmar y la ropa oficial
de la carrera expuesta en un espacio súper amplio. La nueva bebida Lucozade,
patrocinadora de la carrera exponía un montón de presentaciones y buenos
sabores, y había un DJ de música electrónica bien chévere.
En la zona de la pasta party había una coreografía con música pop mientras el gentío comía sus fideos,
alimento ideal para los días previos de la carrera. Yo por mi parte preferí no
comer ahí sino en el hotel para tener control de la cantidad y los
ingredientes.
Como esta carrera se
sustenta con obras de caridad y causas, muchos stands eran de propuestas: por el Alzaheimer, por enfermedades del corazón, por los niños con
Síndrome de Down, por enfermedades del riñón, por el cáncer, etc. Viendo eso me
propuse: no voy a correr por el Yasuní que es mi causa en el Reto 21x24 y en mi
vida, sino por la gente que tiene depresión, porque siempre me ha parecido la
peor de las enfermedades porque te quita las ganas de vivir.
El sábado tuvimos un día
relajado de city tour con la Floren, Javier y Ana María, mercado de Candem donde caminamos poco y descanso en el
hotel. En la noche fuimos casi todos a comer pasta en un restaurante frente al hotel y
otra vez a seguir descansando.
El domingo a las 7:00am
nos recogió el bus a unos 100 corredores de diferentes países, entre los que
estábamos los 9 ecuatorianos: Cristina, Bernardo, Pancho, Eddy, Lenin, Charly, Javier y yo. La emoción y el nerviosismo hacían que habláramos
entusiasmados unos con otros y a ratos nos mantuviéramos en silencio tratando
de concentrarnos y relajarnos. Me encantó que estemos juntos todos en la experiencia de la maratón; en otras eramos cada uno por su lado.
En ese bus le conocí a
Coco Gutiérrez, una mexicana espectacular que iba a correr Londres como su
maratón #41 y además completaba las Majors como yo. Me contó que antes corría 4
maratones al año pero que ahora había reducido la cantidad para mantener las condiciones para correr de largo. También me contó que su mejor tiempo fue 3:24
porque estaba entrenando para una ultramaratón y corrió los 42k como
entrenamiento. Ahora no compite por tiempo sino por puro gusto. (Ella llegó antes
que yo y me recibió). Tengo su mail para seguir en contacto.
Yo me había planteado que
esta iba a ser mi última maratón. Después de hablar con esta mexicana simpática, ya no estuve tan segura.
Llegamos a Greenwich,
lugar de la partida, y nos dirigimos al campo de césped donde estaban los
camiones roperos para entregar nuestras pertenencias. Había un show, hubo una
celebración religiosa, algunos sitios de hidratación y baños. Nosotros nos
sentamos sobre unas planchas metálicas para no mojarnos en el piso de hierba y
conversamos hasta el rato de hacer los aflojamientos. Yo estaba feliz y ya se
habían pasado los nervios. El clima estaba frío y con sol, 10 grados
centígrados. Para mí perfecto. Para el resto, muy caliente…
Nos dirigimos cada cual a
su corral, la mayoría estábamos en el #4 que se calculaba llegaría en 3:30 a
3:45. Se pidió un minuto de silencio por las víctimas de Boston y este fue el
momento quizás más emotivo de la carrera. 35.000 corredores callados y
meditando por el dolor que habían vivido días atrás los hermanos corredores en
la meca del atletismo.
Dieron la largada y yo
empecé a sacarme la bolsa de plástico, la camiseta vieja, las mangas viejas y
todo lo que pensaba tirar al entrar en calor (hasta ahora se burlan de mi por la facha, pero quería evitar una contractura de cuello o espalda por estar tan congelada). El resto de amigos ya lucía el uniforme
que nos entregaron Asics y Marathon, nuestros auspiciantes.
Greenwich es una zona
inmensa, así que estuvimos corriendo por ahí hasta el km 10 o más. Muchas
bajadas y pequeñas cuestas. Eso me sorprendió. Había pensado que el trayecto
era plano según me informó la Gaby Solah corredora élite que completó hace
tiempo las 5 Majors.
Corrí con la Cristina hasta el kilómetro 6 más o
menos, y con Lenin hasta el 15. Después seguí sola, concentrada y distraída
también a ratos por mis pensamientos y por la gente que nos animaba todo el tiempo.
Me
acuerdo del letrero: Running is the only fuc… thing you have to do now. Otro
decía: don´t stop, everybody is watching. Eso me daba chiste, pero empecé a ver que iba arrastrando cuatro
minutos del tiempo planeado y eso ya no me hizo gracia.
En la milla 13 me gritó el
Fernando y eso me dio full alegría, me sentía entera. En esa parte comenzaba el
circuito con regreso entonces podía ver a los corredores de élite ya en el k35.
Se les veía cansados y eso no sé porqué me sorprendió. Para mí que debían ir
relajados y contentos: eran élite y estaban por llegar. Más tarde pude ver en
carne propia lo que significaba estar en el k35... ¡Uno se olvidaaaa!
Puedes correr 6 maratones
pero la 7ma igual te da sorpresas. La hidratación con Pedialite quizás me libró
de los calambres; el estar en el corral 4 me libró de atorarme con gente de
menor ritmo; el trabajo de contenerme me libró de quemarme para los últimos
esfuerzos; el chi running desde el principio me libró del dolor de piernas. Pero me dio nausea tal vez por comer un poco en desorden los días anteriores o por una goma que le
acepté a un señor, o porque así es la vida... nuevos obstáculos me
impidieron romper mi PR.
Como siempre, los últimos
kilómetros fueron la prueba de fuego. El George -maratonista experimentado y con alma de entrenador- me había dicho que debía ir pensando: George is my leader. Keep on target. Por supuesto me reí y
le dije que no iba a seguir su consejo. Inexplicablemente, en algún metro del
k36 me encontré diciendo en mi cabeza: Keep on target. Keep on target. Desde el k38 me comenzó un
dolor en la cadera no muy fuerte y un poco de náusea. Ni me acordé del Feldene
flash que guardaba en el cinturón. Solo le pedí a Dios que me llevara al cielo
o a la meta, que él tenía que cargarme porque ya no podía más. Era la zona de los barcos y el Eye, un spot precioso de la carrera pero yo estaba mal. Vi unos pájaros y quise volar. Me sobrepuse, dejé de pensar en “a qué hora llego” para pasar a “estoy volando, esto es
hermoso, relax”.
Llegamos a Hyde Park, muy
cerca del palacio de Buckingham y se veían letreros de Faltan 800mts… faltan
400mts… faltan 200 mts… y yo les quería matar! Otra vez estaba con bajón. Al fin vi la llegada y tuve la
fuerza para picar un poco y sonreír a la cámara. Llegué, le ví a la amiga Coco que me
dijo que descansara, que no me veía bien. ¡Me sentía pésimo! Me acosté un rato
y subí mis piernas al tronco de un árbol. El mundo comenzó a sonreírme, la vida se volvió hermosa otra vez.
Recogí mi ropa y me dirigí hacia la zona de encuentro, llegué a la letra E de ¡Ecuador! Qué alegría terminar, que lindo saber que los compañeros estaban sanos y buenos, qué tranquilidad sentir que se cumplió la meta entregando todo. Que linda carrera, qué bien organizada, que buena la hidratación, qué apoyo de los voluntarios, qué orden en todo sentido.
Recogí mi ropa y me dirigí hacia la zona de encuentro, llegué a la letra E de ¡Ecuador! Qué alegría terminar, que lindo saber que los compañeros estaban sanos y buenos, qué tranquilidad sentir que se cumplió la meta entregando todo. Que linda carrera, qué bien organizada, que buena la hidratación, qué apoyo de los voluntarios, qué orden en todo sentido.
Este año no se rompió el
récord de velocidad. Los ganadores de la Virgin London Marathon fueron:
Hombres:
Kebede 2:06:0
Mutai 2:06:34
Kebede's (que dio a Ethiopia dos puestos en el podio de Londres
por primera vez) 2:06:57.
Mujeres:
Jeptoo 2:20:15
Kiplagat 2:21:32
Yukiko Akaba 2:24:43 (primera japonesa que sube al podio de
Londres)
Hubo muchos disfrazados y celebridades; también buscadores del
Record Guiness por la cantidad de dinero recaudado para causas. 40 corredores
fueron a parar al hospital. El mejor ecuatoriano fue Bernardo Dávalos (3:16:10)
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