LAUDATO
SÍ, AMAZONÍA Y YASUNÍ
descargar: https://www.aciprensa.com/Docum/LaudatoSi.pdf
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Según el profesor Ramiro Ávila,
durante la mesa redonda en la Universidad Andina de Quito, el Papa Francisco en
la Encíclica Laudato si señala que
explotamos sin límite y consumimos sin responsabilidad. Según su documento, el
descuido de la naturaleza afecta sobre todo a los pobres. Aquí hay que definir
“pobres” pues los pueblos Waorani no se consideran pobres ya que tienen todo lo
que necesitan y viven como quieren. Si es que se les deja intacta su selva. Muchos
niegan la existencia de los pueblos en aislamiento: el gobierno, los quechuas,
los petroleros… no les toman en cuenta. El Papa lo describe en una palabra:
indiferencia.
¿Cómo demuestran que existen estos
pueblos? ¡Matando! Mueren petroleros, religiosos, evangélicos, ambientalistas,
madereros, colonos. Dicen: Aquí estamos.
Cuando el Gobierno decidió la
explotación del Yasuní ITT, los asambleístas lloraron, los ambientalistas
protestaron, el pueblo ecuatoriano se deprimió, pero los únicos que siguen
luchando son los Yasunidos. En la Encíclica Laudato
si, el Papa habla 7 veces de los defensores de la tierra, de la “casa grande”.
Reconoce y agradece a los movimientos ecologistas. Por las generaciones
futuras, por el trabajo “loable” dice el Papa, porque se van contra lo
hegemónico, la tecnología.
Reconoce los obstáculos que los
defensores atraviesan. Tienen una nueva sensibilidad que él quiere transmitir
en la Laudato si. Esta forma de vida
no es valorada, sino despreciada por la cultura capitalista. El Papa invita a
tener una noción de cuidado de la Naturaleza.
Rescata a San Francisco de Asís,
respetuoso máximo de las pequeñas criaturas, y de las grandes también, “hermano
Sol, hermana Luna…” Laudato si,
Alabado seas, cantaba este santo. El Papa Francisco rescata la importancia del
grano de arena, de los insectos. Dice que todo ser vivo merece ser conocido y
admirado. Que lo que se admira se cuida.
Manahí Prado de 18 años representa a los Yasunidos en este foro. Dice que son a-partidistas, veganos, ciclistas,
ecologistas, que luchan por la vida en general. “Los que están en el poder no
entienden cómo es posible que jóvenes ignorantes y sin experiencia quieran
defender la vida y tengan fuerza. No entienden cómo recogieron 700 mil firmas
pero esas firmas son la prueba de su existencia y de su resistencia.
El lenguaje de Laudato si es tierno, habla de la “Casa
Grande”, es como si se dirigiera a los jóvenes. El Papa sin mencionarlo habla
del Yasuní que es el paraíso prometido, el símbolo de resistencia, el símbolo
de la Biósfera. Según Manahí, las firmas por el Yasuní tienen un espacio en la
Encíclica, pues dice: la grandeza política se muestra cuando se acepta un
proyecto de protección de la naturaleza.
“Como Yasunidos no estamos
dispuestos a rendirnos. Seguimos y seguiremos construyendo utopía. El Gobierno
se niega a devolver las firmas por miedo. El diálogo debe ser incluyente, pero
no lo es. Nosotros no tememos los obstáculos, seguiremos luchando por esos
territorios inmensos para evitar que comprometan el agua y las especies porque
no queremos recibirlos contaminados, destruidos”.
Carlos Larrea, reconocido académico ecuatoriano, explica que la Encíclica tiene unos contenidos de enorme
importancia sobre cambio climático, sobre el cuidado del ambiente. Es uno de
los documentos más integradores e innovadores que se han entregado, es del
nivel que solo un Papa puede lograr frente a una dolencia gigante y grave que
afecta a la humanidad. Se parece, en dimensión, a la encíclica Populorum progressio que rompió paradigmas.
Debe leerlo todo el mundo -dice el Papa- porque implica un problema de nuestra
casa común.
Incluye temas de transgénicos, contaminación,
de la delicadeza de los glaciares, del bosque tropical, de la selva, de las
fuentes de agua. Es de una profundidad de pensamiento con un enfoque integrador
de teología, ciencia, ecología y humanismo. Es un llamado a la acción.
Es un cántico a la creación, dice
Carlos. La visión del Papa propone vida. Cita a San Bartolomé: “en la medida en
que todos generamos pequeños daños ecológicos”, estamos llamados a reconocer “nuestra
contribución – pequeña o grande – a la desfiguración y destrucción de la
creación”. Relaciona a la Naturaleza con la creación. Cada ser refleja la
voluntad divina. Le da dignidad a la naturaleza: un árbol vale más vivo que
muerto.
El Papa se adhiere a la existencia
del cambio climático por los “síntomas”: deforestación, extracción, consumismo.
Hay que cambiar a la sociedad para minimizar los síntomas.
Sobre el cambio climático dice que
afecta a los más pobres. La codicia es la principal causa. “Están convirtiendo
al mundo en un depósito de porquería”, señala crudamente.
“Un crimen contra la naturaleza es
un crimen contra nosotros mismos y contra Dios”.
Sobre la selva Amazónica dice que
es un lugar que requiere de una protección especial. Las selvas tropicales son de
enorme complejidad donde cada especie tiene su razón de ser. El costo de los
daños que se ocasionan por el descuido egoísta es mucho mayor a lo que se puede
obtener a cambio.
No a la cultura del consumo y el
descarte, enfatiza el Pontífice.
En suma, la Encíclica es un
formidable respaldo a la tesis de defender la Naturaleza.
Hay que superar el capitalismo,
hacia allá va el Papa, a redefinir el progreso. La degradación de la tierra y
de sus habitantes, y la ética están íntimamente unidas. Así, la venta de
carbono puede convertirse en una nueva forma de especulación. Critica a la
tecnología porque afecta en mayor proporción a los pobres: los transgénicos,
las bombas atómicas. Hay que cambiar radicalmente la forma y estilo actual de
vida.
Laudato si es un
mensaje de esperanza en medio de tanto desorden, de tan pocas buenas noticias.
Participaron: Ramiro Ávila, de U. Andina; Manahí Prado de
Yasunidos, Carlos Larrea Director de la Unidad de Información socio ambiental.
Fecha: 2 julio 2015 U. Andina
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