CAMINO DE SANTIAGO etapa 2
O’Cebreiro 28.4 kilómetros:
¡Qué
emoción despertarse para comenzar el Camino! Dejamos ese mesón hermoso La Puerta
del Camino, “donde el tiempo descansa y tú más”, y recorrimos Villafranca a una
temperatura de 5°C. “¿Por dónde vamos?” le pregunté al vuelo al hospedero Herminio,
y exclamó: “¡Sigan la flecha amarilla!”
De
principio a fin, esa etapa fue maravillosa. Había partes de carretera pero eran
acogedoras porque los árboles estaban llenos de colores otoñales. El río Balcarce,
las casas del siglo IX, las capillas, cada rincón era lindo. Por ahí andaban
todavía los Tres Mosqueteros, los templarios, Asterix y Obelix…
En
sus indicaciones, Conchita nos dijo que camináramos hasta el mesón Las Delicias
de Jocana, en el pueblo Las Herrerías, para almorzar ahí. Su recomendación fue
excelente. En compañía de unos chicos alemanes, probé pulpo y el
predilecto caldo gallego. “No hagáis una
comida copiosa” dijo ella, “sino tomar algo para manteneros hasta llegar a la
cumbre”, pero hicimos todo lo contrario.
Conocimos
a una peregrina de Estados Unidos que tenía sobrepeso y estaba realmente
cansada. Nos dijo: “I am gonna cheat” (voy a hacer trampa) y se subió a un
taxi. Fue divertido porque en el Camino nadie te
está vigilando y la meta es tuya. Un par de chicas, en vez de taxi, subieron a
caballo. Nosotros estábamos preparados para caminar.
Después
de una subida de 8 kilómetros con una vista maravillosa, llegamos a O´Cebreiro.
Es un pueblito medieval impresionante, acogedor y lleno de paz, escenario de un
prodigioso milagro.
El milagro del Santo Grial de O’ Cebreiro: En el siglo IX, un campesino solía venir de lejos cada día a recibir la Comunión en la capilla de este pueblo oculto en las montañas. Un día de tempestad invernal, el cura daba la misa y vio al hombre aparecer por la puerta. Pensó: este pastor podría morir en el camino en medio de la nieve solo por arrodillarse ante un poco de pan y de vino. En el momento de la consagración, el pan se volvió la carne de Cristo y el vino, su sangre. Enseguida la imagen de la Virgen colocada junto al altar inclinó la cabeza en signo de adoración. Corrió la noticia del milagro por toda Galicia, hasta que llegó a oídos de los Reyes Católicos. Ellos pidieron que se trasladaran el copón y la patena del prodigio eucarístico a su iglesia. Sin embargo, cuando se disponía a partir la comitiva que llevaba los dos objetos, los caballos se negaron a avanzar. Lo intentaron de varias maneras, pero siempre los caballos regresaban a la capilla.
Desde
entonces, estas reliquias están en la custodia de la Iglesia Santa María La
Real de O’ Cebreiro y en veneración al hecho, su imagen está en el escudo de
Galicia.
Cuando
entré a la nave principal de la iglesia sentí una gran paz. Pero todavía no comprendía
la fuerza del milagro. Visité la pila bautismal del siglo IX y allí una peregrina
estaba cantando un mantra. Durante la misa de los peregrinos –que hay en cada
pueblo- el padre organizó las lecturas en los idiomas de la gente que estaba
presente, con la ayuda de unas 30 biblias de 30 lenguas. Leyeron en inglés,
italiano y español. Terminó la misa y fui a rezar frente al sagrario donde
están el copón y la patena milagrosos. Había esta oración:
Oración del Sagrario de O’Cebreiro:
Sumo,
glorioso Dios,
Ilumina
las tinieblas de mi corazón
Y dame
fe recta
Esperanza
cierta
Y caridad
perfecta,
Sentido
y conocimiento, Señor,
Para
que cumpla
Tu santo
y verdadero mandamiento.
Después
de visitar las “pallozas” o viviendas tradicionales de los antepasados
gallegos, tomar orullo y vino en Casa de Lucas, dormimos en nuestra diminuta
habitación de Casa Navarro.
El
Señor repartió silencio y paz en la noche oscura y helada de páramo. Me costó
salir de ese pueblo antiguo. Como el pastor de la historia, seguía empecinada
en recibir la luz de Cristo. Y durante la travesía hasta Santiago su paz me
acompañó con un efecto secundario que me llega hasta el día de hoy.
Próxima etapa:
Triacastella
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