Diario del terremoto en Ecuador II

16 de mayo:

“VOLVEMOS A EMPEZAR”, UN DOCUMENTAL DE ESPERANZA











Me preparé para ir a Manta. No sabía qué iba a ver. José Vélez, taxista que siempre me recibe en el aeropuerto ya me impactó con su historia cuando le llamé por teléfono: se cayó la casa de mi hija, logró sacar a la bebe y la losa se cayó sobre el carro…

El 12 de mayo fui a Manta y Portoviejo con un equipo de producción a filmar la entrega de seguros a los clientes damnificados del Solidario, banco donde trabajo. Sabía que me iba a topar con escenas de dolor, de destrucción. Un primer anuncio de esto fue ver el moderno aeropuerto de Manta acordonado, y en su reemplazo carpas militares para recibir y enviar a los pasajeros.
Al mes de lo sucedido se ven las cosas con el color de la realidad. Me puse a conversar con los clientes que esperaban a ser atendidos, y querían hablar, desahogarse. ¿Era mi idea o tenían los ojos rojos de tanto llorar?
La entrega de seguros transcurrió con firmas y palabras de agradecimiento al Banco y a la aseguradora. Qué bueno ser civilizados digo yo, y que el seguro cubra los daños. Y que la gente que no se afectó mayormente tenga la dignidad de abonar a las deudas. 
Leí recién cómo se comportaron los japoneses en el terremoto que acabó con parte de su país. Pese al dolor y la devastación, se ayudaban unos a otros; en las casas que resistieron había letreros invitando a tomar agua, a utilizar el baño, a comer algo. No hubo saqueos, ni siquiera desabastecimiento porque todos compraban lo justo para comer, para que no se queden otros sin alimentos.
Entonces me sentí orgullosa de la fortaleza de mis compañeros. Y de la valentía de los clientes. No seremos japoneses, nos gusta contar, llorar, abrazarnos, pero tenemos esa entereza, generosidad y dignidad.
Debíamos ir a la Zona Cero. Claro que me daba curiosidad, pero me bastó ver algunos edificios caídos, otros con los pisos inferiores aplastados, uno partido en la mitad… para no querer ver más. Un militar me contó que por la noche andan gentes y corren niños por el área acordonada, son ánimas, me dijo este cotopaxense todavía con la paspa del páramo en la cara. Sea lo que sea, son almas buenas que están rezando por Manabí, le dije. Son angelitos que nos van a ayudar a levantarnos como país.
Mejor me quedé en el taxi conversando con don José. Fue abriéndose y hablando de lo que sentía, de la depresión que les iba embargando a todos. Cambiamos a temas más agradables como las broncas entre marido y mujer y cómo salir avanti. Al menos nos reímos.
Por fin fuimos a entrevistar a los clientes. Luciano Intriago, una maravilla de hombre. Amparo Laz y su esposo Airlson Zambrano. Maribel y Pedro Vera. Y los hijos de ellos, ¡Qué lindos! Junior Zambrano por ejemplo, es un héroe que le sacó a la abuela cargada la noche del terremoto.
Me acuerdo de la vitamina C que nos brindó Karina Mera, hija de Margarita Toala, porque era lo que tenía de las donaciones. Y botellas de agua. El resto se cayó el 16 de abril.

El resultado de nuestra visita está en el link adjunto. Es el documental “Volvemos a empezar” de 5 minutos de duración, producido por Cámara Oscura y Banco Solidario.
El seguro indudablemente les dio impulso y esperanza a los clientes. Pero lo que más les ayuda es la solidaridad del resto de ecuatorianos y de otras nacionalidades; la inversión que se haga para que puedan reconstruir sus vidas.
Y sobre todo, lo que ellos sienten por dentro: que volvieron a vivir.




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