SALVE REGINA
https://www.youtube.com/watch?v=f0YWKLNhTvE&list=RDf0YWKLNhTvE&start_radio=1&t=0
Oigo de nuevo el Salve Regina y veo el recorrido que hay desde los días de mediados de mayo en que me llegó la invitación de Canto Católico a cantarla, hasta hoy. Se sentía la sombra de una emergencia mundial, y más angustiante aún, de un desastre local con ciento de muertos y miles de enfermos por el coronavirus.
Repasé y repasé la partitura con las notas de soprano que es
mi voz, y en tanto, le pedía a la Virgen que nos protegiera, que cubriera con
su manto al Ecuador, a la humanidad.
El día que grabé me sabía de memoria la canción y pensaba, ya
no en latín, sino en español: "a ti suspiramos, gimiendo y llorando en
este valle de lágrimas..."
Ya está la edición mundial publicada y las 450 voces de 33
países se unen entre las escenas de momentos en familia, en los hogares donde
rezan grandes y chicos, con la naturalidad que da la fe aprendida desde niños;
la que no tiene aspavientos ni grandes discursos religiosos. Con la sencillez
de la casa de Jesús.
El recorrido de estos tres meses es duro y dulce a la vez.
Nos hemos acostumbrado a estar dentro de nuestras casas y ponemos atención a
las comidas caseras, a la maceta que necesita agua y acariciamos al perro por
enésima vez. Oigo la Salve y sigo pidiendo por el fin de la pandemia, pero
-cosa curiosa- agradezco lo vivido estos meses extraños. Es de tanta enormidad
lo aprendido como lo es la magnitud de la tragedia.
Ayúdanos "Madre de misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra".
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