“Para mí ha sido revivir otra cuarentena porque después del accidente estuve casi 3 meses sin salir, completamente encerrado en una condición muy débil. La primera vez que me sacaron al sol lloré porque sentí lo que me faltaba.”
Le entrevisté a Sebastián Zuco Carrasco, deportista de aventura, porque es mi inspiración y si más gente le conoce, más se dejarán impactar por su sonrisa, su frescura y su forma de vivir su discapacidad.
En el link el artículo de Primicias, con fotos, en mi columna #AlAireLibre:
YO YA PASÉ MI PROPIA PANDEMIA
“Para mí ha sido revivir otra cuarentena porque después
del accidente estuve casi 3 meses sin salir, completamente encerrado en una
condición muy débil. La primera vez que me sacaron al sol lloré porque sentí lo
que me faltaba”.
Sebastián
Zuco Carrasco, deportista de
aventura, escalador y uno de los mejores guías de la región, sufrió en el 2015 una
caída desde 8 metros de altura que le provocó una lesión medular a nivel de la
cervical C6. En el 2019, después de un entrenamiento impresionante, el Zuko
llegó a la cumbre del Kilimanjaro, la montaña más alta de África. Hoy promueve
deportes de aventura inclusivos con su fundación One More Summit.
Como persona y como deportista, el Zuco inspira siempre.
Su actitud para seguir adelante, entrenando y marcándose retos es contagiosa. Recién
escribió en su perfil de Instagram: “Seguimos
dándole al rodillo (bicicleta estática)… qué duro... ¿y después de la
cuarentena? Más rodillo”.
Así es la vida, causa y efecto: entrenas y tu cuerpo se
pone bien. Es como la ley del Karma, lo que haces te regresa.
Estos días (mediados de junio 2020) el Zuco
aprovechó el teletrabajo y se fue a Archidona. “Saqué el salvoconducto y fui
con mis dos hijas chiquitas a la finca de mi papá. Me daba susto cualquier cosa
estando solo con ellas. En Santa Clara, una comuna antes del Puyo, me pararon
los militares y me dijeron que me bajara para desinfectarme. Les dije que estoy
en silla de ruedas, me dijeron: vaya, vaya no más”. Valió la pena la escapada. Hoy
está gozando con el kayak y la bici en un río y selva deliciosos.
Conversamos por zoom de los aprendizajes de la pandemia,
la quietud, el reconocer estos tiempos tan importantes de convivir en familia.
“Era tan difícil estar con mis hijas antes, les iba a ver después del trabajo, cenaban
y a dormir. Al día siguiente 4h30 de la mañana a entrenar y ellas se iban a la
escuela a las 8. Era como dejar su educación en manos de la profesora."
También hemos logrado amistades distintas a las que
teníamos. “Literalmente a los vecinos de pared no les conocía, solo un ‘hola
vecino’. Ahora hago unas rutinas de calistenia con ellos. Son mega entrenadores
cibernéticos y yo no les conocía”.
Pero además están las olas de ansiedad e incertidumbre,
la desesperación de no saber qué va a pasar, cuándo se va a ir esto. El miedo
te puede invadir y te llega a paralizar dice el Sebas. “Lo que he visto en esta
pandemia es que a todo el mundo le tocó vivir una discapacidad: tener
limitaciones, no poder salir en el horario que quieres, salir con susto, ir
acompañado. A una persona con discapacidad le toca afrontar esto en su diario
vivir”.
No hay duda de que el deporte es una salida a esta
paralización. Según la estadística, el 60% de la gente tiene la intención de hacer
ejercicio en la “nueva vida”.
Qué planes tienes, le pregunto. “Quiero subir al Cayambe
que es menos empinado que el Cotopaxi. Voy a hacer el intento a fines de este
año. Luego haré la travesía del Salar Dujur, en Bolivia. Y algo increíble: quiero participar en carreras de trineos con
perros”.
Yo apuesto a que lo consigue. Como dice él: crucemos los
dedos…
“Mis panas decían que cuando se acabe la pandemia van a
regresar a escalar, a correr. Yo ya pasé mi propia pandemia y ya valoraba esas
cosas. Ahora lo que quiero es recuperar la poca o gran libertad que tenía. A
todos nos cambió algo el Covid; uno puede elegir, me quejo de todo lo que he
perdido, o veo lo bueno y sigo adelante transformando este desastre en una gran
oportunidad:
disfrutar la vida al máximo”.
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