Tenemos derecho a apagar las fogatas y chamizas

 

No tirar la colilla del cigarrillo, llevarla al basurero de la casa. No prender fogatas. No quemar la hojarasca: pequeñas decisiones que salvan bosques.

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Un bombero debe soportar hasta 12 horas de calor intenso y esfuerzo extremo. La intensidad del entrenamiento diario para mantenerse físicamente apto, incluye hacer ejercicios de resistencia, pesas, velocidad, escalada, cuerdas. Trepar y bajar del monte…

La época que estamos viviendo hace más difícil la labor de los bomberos. El coronavirus ha afectado a algunos de ellos, por eso hay mayor responsabilidad de parte de los ciudadanos de no empeorar la cosa.

Corredores, montañistas, caminantes, vivimos afuera. Tenemos a la mano el volcán Ilaló, el Pichincha, el Cotopaxi, y otros “patios de juego” naturales en todo el Ecuador. Muchas veces somos los primeros en alertar a los bomberos cuando vemos una columna de humo.

Días atrás hubo un incendio feroz en el Ilaló, en el cantón Quito, que devastó más de 20 hectáreas de bosque. Se inició por el acto irresponsable de una persona, de quemar la hojarasca. Sabemos que el 90% de incendios es provocado; muchos queman por el tráfico de tierras, para quitar el valor ecológico de éstas y sacar los permisos. En el caso de Ilaló, la denuncia está hecha y ahora falta que se haga efectiva la sanción.

La normativa prohíbe la quema a cielo abierto con una multa del 50% del salario básico, una cifra minúscula cuando solo un vuelo del helicóptero cuesta $5000.

Según las estadísticas, de jueves a domingo son las quemas. En Quito hay 76 “guardaquitos” que están en permanente vigilancia para alertar.

Si un vecino está haciendo una fogata, todos tenemos una corresponsabilidad ciudadana y podemos hacer que la apague. En caso de no obtener respuesta, se debe llamar al Ecu911 y a la unidad de policía ambiental.

Más que hablar de reacción ante el incendio, lo correcto es la prevención, indicaron miembros de Bomberos Quito, en una reunión en la que participé junto con el colectivo Ilaló Verde, comuneros, moradores y autoridades. Manuel Serrano de la Secretaría de Ambiente habló de una gestión integral que incluye temas sociales, comunicación, manejo de bosques, investigación del comportamiento del fuego y más. Por ejemplo, el bosque nativo es más húmedo que el de eucalipto o pinos, por eso hay que restaurarlo.

“El fuego es algo con lo que debemos vivir, dice Daniel Segura de Amazonía Sin Fuego. “Está aquí para quedarse, es cósmico. Es un elemento como el agua y la tierra y hay que saber manejarlo. Y añade: por más técnico que seas, si prendes un fuego al medio día, en agosto, se te va a descontrolar”.

Este enero los atletas australianos hacían llamados a la comunidad de deportistas del mundo a inscribirse en carreras virtuales y levantar fondos para la reconstrucción de Australia. Los incendios consumieron o dañaron miles de viviendas, al menos 20 personas murieron y millones de animales fueron afectados o murieron en el desastre.

En California y Alaska se han suspendido carreras por los incendios y la mala condición del aire contaminado por humo. Hace dos años, los corredores y voluntarios de la Media Maratón de Monterrey Bay terminaron ayudando a los afectados por un incendio cercano.

“¿Qué pasa si el fuego empieza en el bosque y llega a los barrios? Ahí viene la frustración, la tristeza, la ira” –reflexiona Daniel Segura.

Deb Yoder perdió su casa en el incendio de Paradise, California. Cuando fue autorizada a ver si quedaba alguna de sus pertenencias, solo encontró cenizas. ¿Cómo salir adelante de este trauma? Deb dice: “con ayuda de mis padres y… corriendo. En esos días me prestaron ropa deportiva y acompañé en una media maratón como guía de una persona no vidente.”

No fumar o apagar la colilla del cigarrillo y llevársela al basurero de la casa. No prender fogatas. No quemar la hojarasca ni el rastrojo. No desperdiciar el agua. “Las pequeñas decisiones pueden hacer del mundo un lugar mejor”, dice Jane Woodall, la famosa científica investigadora de los chimpancés.

Todos tenemos el deber de proteger los bosques y los seres vivos que habitan allí.

Y por si acaso, para que no se extienda mucho el verano, hay que rezarle a San Isidro Labrador y dar gracias a Dios por “la hermana agua”, como San Francisco de Asís.

Que los veranos no sean sinónimo de incendio, sino de aire libre, de risas y vacaciones.


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