Aquí esta y otras notas en Primicias: https://www.primicias.ec/noticias/firmas/deporte-ecuador-triatlon-cuerpo-ironman/
Cómo fue tu primer triatlón, le pregunto a Marialuz Arellano, promotora deportiva, catalogada entre las diez mejores del mundo en ironman, en su categoría; y hace poco, primera en el mundo en medio ironman.
Cuenta que
su amiga Cari Ponce viene un día y le dice: ‘socia, corramos un ironman’.
“Bueno, pero,
¿qué hay que hacer?” –y le llega de golpe una certeza: quiero correr un ironman
en la vida.
“La Cari me
habló de las distancias locas -3,86 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y
42,2 de trote-, del sprint en Salinas, y yo, ingenua total, a nadar en la
piscina del Batán, bicicleta en el velódromo y para completar, el libro: Swim, Bike, Run”.
Y continúa:
“con mi mamá a cargo de la logística, llegamos a Salinas, novata, salí ahogada
del agua, corrí como pude en la arena, y la historia es que termino segunda de las mujeres sin saber
leer ni escribir, con mi librito bajo el brazo”.
En verdad, para lograr algo en cualquier campo hay que
lanzarse al vacío. Una se sorprende de los resultados cuando combina
decisión y valentía.
“Era una
bestia, -dice ella- casi sin entrenar quería
incursionar en todo, descubrir la vida. Los jóvenes deben lanzarse, sino, comienzan
a tener miedo de todo”.
Entonces
cuenta su primer nado en aguas abiertas. “Alquilamos
una lancha para cruzar el Lago San Pablo y yo en terno de baño (ahora no me
metería así ni muerta en ese lago helado). Fui con un amigo que tenía más
experiencia. Era madrugada y en medio lago me dice, desde aquí empezamos, y yo:
‘¿desde aquí empezamos?”.
“Bueno… y me
lancé. Mi primera sensación fue que me
iba a morir, sentí clarito que se me paralizaba el corazón, trataba de meter la
cabeza al agua y me ahogaba, sentía que se me cerraba absolutamente todo,
pero tenía en la cabeza lo que vine a cumplir”.
“Ahora
seguramente diría: ‘no me importa, yo me salgo, yo no tengo que demostrar nada
a nadie’, pero ahí estaba con mi enamorado en la lancha y pensaba, qué va a
decir, me tengo que aguantar. Me puse a nadar, mi amigo nadaba mucho más
adelante que yo y, de repente comencé a
disfrutar, como mujer tenía más porcentaje de grasa en el cuerpo y me calenté
pronto”.
“Veo que mi amigo
experto se estaba saliendo del agua, dije capaz se salió un rato. Yo iba feliz,
tenía la lancha al lado, me sentía cuidada, eso me liberó muchísimo, ‘ya pasó el
susto’ –pensaba. Hasta que la lancha se acerca más y me dicen: oye, el amigo se muere, tenemos que salir porque
el hombre está con hipotermia”.
Riéndonos le hago la pregunta del
millón: ¿Qué pasará con el medio ironman
de Manta?
“Es mi pasión total –dice y se pone
seria- pero queda pendiente para el próximo año. El alcalde, los triatletas piden
que se lance ya la carrera, pero no
podemos ser un foco para el rebrote del virus. Son 30 mil personas que
salen a la calle. La ciudad gana millones de dólares en un fin de semana. Eso
hace el deporte”.
Coincidimos que este es un año
diferente, y que –ilusa- la gente quiere recuperar lo que perdió. “Eso no hace
sentido, si cobras demasiado vas a perder clientes –dice con seguridad- hay que entender que económicamente este
año perdimos todos”.
En cambio, hemos ganado mucho, estábamos apurados
dejando de prestar atención a cosas y momentos importantes.
“Mis hijos
están en la adolescencia y hubieran pasado poco tiempo conmigo. Al final de la
pandemia ellos tendrán la seguridad de que siempre podremos regresar a este
momento en que estuvimos tan juntos. Tal vez nos volvamos a ‘encuarentenar’ voluntariamente
un día a la semana”, agrega.
Sus cuatro
hijos son deportistas, unos más que otros. “A mi hija le hice correr un
triatlón una vez y dice que fue la peor experiencia de su vida, en sus
palabras, pero ahora veo que se baja videos de ejercicios, tiene esta
conciencia de moverse”.
El ejemplo
es todo, el abuelo de Marialuz madrugaba a correr en La Carolina, su papá
jugaba fútbol y su mamá tenis. “Mientras tanto, yo hacía medialunas y corría
alrededor de la cancha” –dice ella alegremente.
Según
Marialuz hay un estrés escondido que nos
hace sentirnos vulnerables y eso eleva nuestro cortisol. La clave es seguir
entrenando, “es motivante que alguien te acompañe. También aprecio estar sola,
es un rato íntimo mío”.
En la vida
diaria, Marialuz estudia un posgrado de bio-neuroemoción que es una técnica de
acompañamiento para enfocarse a través de las emociones.
Además,
maneja la revista Vida Activa y Filosomi. “Es un blog que transmite cómo
descubrir lo que te hace vibrar más alto. A mí, el triatlón, a ti tal vez armar
rompecabezas. La invitación es a descubrir eso”.
Tiene la meta de subir al Chimborazo
en octubre. No es montañista, pero lo va a intentar.
Le digo que siempre
está vigente la receta de esfuerzo, sudor y lágrimas. Dice: “¡Y escuchar al
cuerpo! Si mi pulso está bien, pero me siento agitada, tengo que hacerle caso a
mi cuerpo por encima del aparato”.
En su último
ironman en Louisville vivió esto. “Fui decida a subirme al podio, había
entrenado tan bien. Resulta que me bajo de la bicicleta y comienzo con un dolor
de espalda y cadera tenaz, entonces digo, no voy a poder. Bajé el ritmo,
replanteé mis objetivos: me olvido de la clasificación, me olvido del podio,
pero debo terminar”.
“Entonces
dejé de ver el reloj. Hidratación, comer, que el martirio dure lo menos
posible. De pronto pasó el dolor. Seguí corriendo, llego y había hecho el mejor tiempo de mi vida”.
Comentarios
Publicar un comentario