Una chica en la radio hablaba el otro día de que fue perdiendo la vista y quedó con esa facultad muy limitada. Soledad Montalvo decía que se cuestionó: “voy a vivir pensando en esto como una desgracia o voy a vivir la vida con resiliencia, apreciando el resto de cosas que están bien”.
Con esa misma idea, Soledad decidió enfrentar la pandemia.
Pensó en su hija de un año ¿quiero que viva aislada con unos padres asustados,
o voy a sacar la oportunidad del desastre? Entonces escribió el cuento Desde mi Ventana, una vacuna contra el miedo
y la tristeza.
Mi artículo de hoy iba a contar sobre nuestro feriado en
Jama, sobre los monos aulladores en la Reserva Lalo Loor, los pájaros amarillos
con negro, las guatusas que salieron atolondradas del sendero mientras
caminábamos por el bosque…
Entonces sigo oyendo la radio, Soledad habla de su libro en
que la mamá le explica a la niña protagonista: nuestra vida tiene un color rojo
que es el teletrabajo y un color verde que es el rato que jugamos afuera. Y la
niña le dice: pon algún color al rato de la comida para que no te vuelvas a
olvidar de cocinar.
¿A quién no le ha pasado eso en estos meses? Hemos trabajado
como locos, hemos perdido la noción del tiempo, de la perspectiva.
El contagio nos impide hacer cosas lindas como reunirnos con
la familia, con amigos; estar con compañeros en clase, en el recreo; ir a
recitales, conciertos, al cine.
Creo que estar afuera, entre árboles, en los montes o el mar
es lo único sobre lo que tenemos control. Salir es lo que nos queda. La
naturaleza es nuestra tabla de salvación y no la cuidamos. ¡Sabían que en el
confinamiento hubo cazadores que se metieron a la Reserva! Me recordaron al
rótulo que exhiben desde junio algunos buseros: “Transporte en quiebra 17 años
sin tarifa Responsables bla bla bla…”
¡En esta época todos podríamos exhibir carteles negativos!
Pero la mayoría hemos elegido “vacunarnos” contra el miedo,
el egoísmo, la queja, y tratar de ser solidarios unos con otros asumiendo
pérdidas mucho más duras que las materiales.
El twitt de Alegría Crespo lo resume:
“Este 2020 ha sido un PhD en lealtad, en apoyo del bueno, en
refuerzo de amistades, en manejo de la ansiedad, potenciación de la soledad. Ha
sido un curso intensivo de superación personal. No ha sido fácil para nadie,
hemos crecido mucho sin haberlo querido así. Sigamos avanzando”.
Superación. Resiliencia. Trascender. ¿Hemos visto la
profundidad y magnitud de la pandemia? Cuando en el futuro digamos ¿se acuerdan
de la pandemia? Vamos a recordar con orgullo que fuimos solidarios unos con
otros. No seremos los despreciables que aprovecharon para quejarse, para cortar
árboles, contaminar y cazar, para dañar al otro.
Me despiertan las pacharacas y el gallo. Tomo una ola y recojo
la espuma. Veo los pelícanos y me llega el aroma del árbol de Palo Santo. Lo
único que nos queda es la naturaleza. Esa es la profundidad y la magnitud de la
pandemia.
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