En Diario Primicias: https://www.primicias.ec/noticias/firmas/mantra-gaby-solah-nunca-digas-nunca-jamas/
Les he pedido a las hermanas de la Gaby Solah que me digan qué come, qué bebe, qué hace a diario, ¡para entender cómo corre tan rápido!
Al igual que los keniatas, tiene la genética porque su papá es un deportista excelente. La Gaby entrena con seriedad y persistencia y cumple sus metas.
Dicen que las súper-mujeres tienen algo extraordinario detrás. Ella tiene estos súper poderes: es generosa con sus colegas deportistas y con todo el que se le cruza; tiene una familia hermosa y unida; es transparente, tiene garra y pasión, es pionera en el trote, es única.
Por eso tiene todas las de ganar.
“Desde niña competía en los intercolegiales, -cuenta Gaby. Fui velocista y gané varias medallas. Siempre me gustó el deporte”.
Y continúa: “Jorge, mi marido, me insistió para que corriera la Últimas Noticias 15K y, sin entrenar casi nada, lo logré.
¡Qué felicidad llegar a la meta! No solo fue mi logro sino de toda mi familia. Hijos, padres, hermanos, sobrinos, todos salieron a apoyarme ese día” – sonríe.
Corrió más competencias, algunas medias maratones, pero siempre decía ‘hasta ahí nomás’.
Jorge hizo caso omiso y le inscribió al sorteo de la Maratón de Nueva York. “Recorrer 42 kilómetros en carro es cansado, imaginarme corriendo esa distancia, era imposible” –dice Gaby.
Salió sorteada a la maratón, compró el pasaje y se fue a correr.
“La madrugada de la carrera tenía unos nervios terribles. Me despedí de Jorge como si jamás lo volvería a ver –narra Gaby.
Llegué a un parque con miles de personas. Me ubiqué en mi corral. Tocaron el himno de los Estados Unidos y luego la canción de Frank Sinatra, New York, New York. La piel se me puso de gallina, oí el cañonazo y largamos. No podía creer que estaba corriendo LA MARATÓN DE NUEVA YORK. Llegó un momento en que me dolía todo, pero yo tenía en la mente que iba a llegar. Dedicaba cada kilómetro a Dios, a mis hijos. Eso me ayudó para no rendirme.
Me
habían hablado de la famosa “pared” del kilómetro 32, pero nunca la sentí. En el
kilómetro 40 el corazón me latía a mil. No solo era el cansancio, era la
emoción de saber que lo había logrado. Me puse a llorar y al cruzar la meta tuve
la sensación más increíble.
Ahí me di cuenta de que jamás se puede decir jamás lo haré.
Desde entonces he corrido catorce maratones”.
La Gaby pasa campante por la vida. Quizás se debe a haber crecido con un papá y una mamá que son ejemplo de amor y de valores.
“De ellos aprendí la honestidad, el respeto, la generosidad y gratitud.
Me iba mal en el colegio y solo recién descubrí que tengo déficit de atención, lo que, en ese entonces significaba ser vago.
Mis papás me enviaron a un año de intercambio a un colegio cristiano en Colorado, quizás con la esperanza de que me vuelva santa y cambie – sonríe.
Soy creyente y soy patriota. Amo mi Ecuador, lamentablemente los políticos arruinan el país. El político debería trabajar por amor sin recibir un centavo a cambio. También soy muy exigente conmigo misma y me he puesto retos muy difíciles de lograr. Aprendo más de los fracasos que de los éxitos”.
¿Cuál es la mejor maratón?
“Yo
creo que cada una tiene su encanto y dificultad. He corrido las cinco más
importantes del mundo, incluido Boston que se llega por clasificación. En
Madrid fui novena y recibí premio y trofeo. Clasifiqué al Sudamericano Master
en Perú y gané la medalla de oro en los 5000 metros planos.
Tres hechos son sumamente importantes en mi vida: tener a mi hija, a mi hijo y haber corrido una maratón” –enfatiza.
Me preparaba para la maratón número 15, en Tokio, cuando me detectaron cáncer de mama y todo se truncó. Empezó una nueva etapa: operaciones, tratamiento de quimioterapia, radioterapia. Fueron 2 años de lucha.
Mi cáncer fue una enseñanza. Me pregunté algunas veces ¿por qué a mi? Dios sabe a quién pone los retos más difíciles. Aprendí a valorar tantas cosas, como lo que vale un minuto de vida.
Me enorgullece decir que gané la carrera del cáncer y obtuve la mejor medalla que es vivir.
¡Seguiré adelante hasta que Dios lo disponga!
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