Pepe Ponce, el James Bond ecuatoriano del deporte

 


Foto: cortesía de Pepe Ponce

Primicias: https://www.primicias.ec/noticias/firmas/pepe-ponce-james-bond-deporte-duro/


¿Qué hubieras hecho antes, en las fiestas de Quito? – le pregunto al Pepe Ponce.

¡Farrear! Chupe. Fumaba dos paquetes de cigarrillos diarios. Eran tres días seguidos de farra y al cuarto, cebichito.

Era un angelito. Hice honor a la época de Woodstock.

Solito dejé todo a raíz de un accidente de moto.

Pepe tiene tremendo currículum deportivo desde que empezó a correr a los 45 años. Completó las cinco maratones más grandes del mundo y ha hecho podio en la maratón de Colorado, primero en la media de Miami, y podios en el Ironman 70.3 de Manta, entre otros. Clasificó al Mundial y lo corrió en Panama City.

De los ecuatorianos tiene el que mejor tiempo en las tres ediciones de Manta. Y es tercero en internacionales.

“Mi sueño para el 2022 es hacer podio en el Mundial de Ironman”.

Eres el James Bond del deporte, - le digo- te sacas el aire, te masacras y sales sin un rasguño.

Sonríe, “es que tengo buena fisonomía, las piernas intactas, los pies intactos”.

Será por fuera porque adentro el Pepe es biónico.

“Tengo cinco tornillos en la cadera, porque se me fue la pierna esquiando. En el peroné un tubo de titanio, las dos clavículas y todas las costillas rotas. Tengo un injerto de tendón en la muñeca”.

En la caída de la moto, “voló la rótula. Alcancé a coger unos pedacitos de hueso que me pegaron en la operación. Tengo una rodillera ahí adentro”.

Y enfatiza: “Por eso dejé la moto”.

Empezó caminando en la máquina y no le gustó, entonces trotó. “Se me ocurrió correr la Últimas Noticias con amigos y llegué de último”.

Como soy competitivo, me dolió hasta el alma”.

Cuenta que pensó: hay que ponerle más en serio al tema.

Volví a la Últimas ¡y les metí una pisa! Dije: estoy en el track correcto.

El Pepe es hijo de papá diplomático de carrera. Nació en Cuba. Vivió en Bolivia, Guatemala, Río de Janeiro.

“A los 20 años vine a vivir a Ecuador, a la casa de mi abuela. Tenía mucha cancha, amigos nuevos, enemigos nuevos. Trompones van y vienen, hasta hacerte respetar. No había el tema del bulling. Crecí a lo duro”.

Tomó la decisión de correr una maratón cada año, la primera, Nueva York. “Lloré cuando nos pusieron New York, New York de Frank Sinatra en la largada”.

El año pasado hizo los tres ironman en cuatro meses.

Me rompí el gemelo, me pegaron el músculo y con eso fui al Mundial.

“Con cada adversidad vuelvo más bravo” –añade.

La misma garra se confirmó en Miami después del accidente esquiando. “No sabía si iban a salir volando los tornillos”.

Quedó sexto.

“Le dije a mi hijo: voy a volver y voy a ganar esta carrera. Él me contestó: ‘papi ya has hecho bastante. No vas a ganar a corredores profesionales’.

Eso me dolió hasta el alma, ‘sangre en el ojo’.

Le contesté: acuérdate, yo regreso y gano Miami.

Le dije a Pablo Vallejo, mi entrenador actual, quiero ganar la carrera.

A Paulina, mi esposa: acompáñame, voy a ganar, te prometo. Quiero que alguien me vea en el podio”. 

Mientras conversamos voy tomando nota: para ser un campeón hay que ser milimétrico, pensar en todo. El Pepe analiza a los corredores que van delante. “les tengo ubicados, sé hasta dónde nacieron”.

“Desde que salí hasta que llegué, no paré. Dije ‘aquí no hay que guardar nada’. Gané. Tengo el récord en esa carrera.

Ahí puse orden en mi casa. Por eso cuando dije: vamos a ganar el ironman, me creyeron”.

Mis mejores amigos y compañeros son mis dos hijos. Saben más que uno en la mayoría de cosas y tienen sus perspectivas propias.

Nunca corro sin uno de ellos presente. Son mis asesores y cómplices.

Mi herramienta secreta es el trote, mi tormento, la natación. La bici es una adicción.

Soy libre de poder dedicarme a lo que me mantiene vivo que es entrenar y competir. Me lo he ganado después de 40 años de trabajo duro.

La edad es un número que cada quien lo interpreta para bien o para mal. Muchos se escudan en eso”.

Hablando con Pepe, me convenzo de que ahora la tendencia no es farrear, sino hacer deporte. Este fin de semana habrá fiestas, pero las pistas de bici, de trote, las montañas, estarán llenas de aficionados al aire libre.

Lo confirma un duro de matar:

“Mi vida antes del deporte era, en una palabra, aburrida. 

La meta final se llama calidad de vida, eso es mejor que millones de dólares o ratitos de placer a costa del abuso de comida y bebida.

Yo prefiero apostarle a mi vejez saludable”.

 


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