Cómo hacer un presupuesto espiritual en 2023

 


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En estas vacaciones de fin de año hemos conocido dos parejas que decidieron dejar Quito para vivir y trabajar a orillas del mar.

Fernando y Teresa se pusieron un lugar de café; Fabricio y Evelyn, un restaurante. Suena hermoso y tal vez sea el sueño de muchos, pero tomaron la decisión empujados por circunstancias que no esperaban.

La pandemia, una quiebra, el cierre de la empresa, la partida de los hijos adelantó su plan de retiro.

Integrar las finanzas a la vida no es solo registrar los gastos diarios, sino también analizar dónde estamos, qué queremos, qué cambios vamos a hacer en nuestra vida.

La experta financiera Valeria Arellano y el motivador Kike Delgado, en su taller de presupuesto espiritual, nos dicen que hay que fijarse en lo siguiente:

1.     Los recursos con los que contamos:

¿En una palabra, cómo fue 2022? ¿Mis recursos fueron suficientes, limitados, desaprovechados, improvisados, multiplicados, incomprendidos?

Tal vez eran suficientes, pero los desaproveché. O quizás traté de multiplicarlos, pero no hubo manera.

¿Nos alcanzará el dinero y la fuerza para la vida que queremos?

¿Nos alcanzará con las relaciones que tenemos? ¿Qué sucedería si nos mudamos como lo hicieron Teresa, Evelyn y sus parejas?

O si nace un nuevo vínculo, hay un casamiento en la familia, un bebé, se desmorona una relación o recibo un ascenso laboral. Cómo nos planteamos manejar esos cambios.

2.     ¿Qué valores quiero que rijan nuestra vida?

Haciendo un inventario de recursos y valores, nos damos cuenta de que, sin motivación y sin una serie de afectos, poco haremos para mejorar nuestras finanzas. Somos integrales, no podemos pensar solo en diversión o dinero para el cumplimiento de nuestros sueños. No todo es material.

Necesitamos creatividad, conocimiento, constancia, también deseo de aventura, de contribución, fe, autoconfianza y mucho humor.

¿Cómo queremos vivir, amar y servir en el 2023? ¿Nos alcanzarán estos valores y recursos afectivos, o debemos reforzarlos?

Somos de barro y podemos moldearnos. Nos rompemos y volvemos a unir los pedazos.

Podemos abrir un espacio en nuestra vida para una comunidad espiritual que tanta falta nos hace. Podemos plantearnos la meta de colaborar con nuestros padres ancianos sin afectar nuestro presupuesto monetario. O motivarnos para aprender a tejer, pintar, jugar pádel, con los hijos adolescentes.

3.     Quiénes somos, qué talentos tenemos.

Si ponemos a trabajar nuestros talentos, somos felices. De niños nos daba alegría terminar de pintar algo, y orgullosos se lo regalábamos a nuestra mamá, papá, abuela…

El niño sabe cuál es su talento. El adulto se olvidó. En cambio, sabe muy bien sus defectos y eso muchas veces lo bloquea.

Ahora debemos otra vez encontrar para qué somos buenos. Y si planificamos, van a salir las cosas, avanzando poco a poco.

4.     Hacer nuestro presupuesto afectivo.

Es algo tan enriquecedor hacer el presupuesto afectivo: a quiénes hemos cuidado, a quienes queremos, quiénes nos han llenado y nos cuidan. También quién nos hirió. Hacer ese inventario y pasar por alto lo que duele. 

Está bajo mi control.

Si tenemos ansiedad de gastar compulsivamente, algo falta en nuestra parte afectiva por eso la llenamos con cosas materiales. Igual si vivimos malhumorados.

En las redes vemos en un minuto la cuenta de un o una influencer, de alguien que nos vende moda, salud, vemos la cuenta del papa Francisco o del futbolista famoso, de un carro del año o de finanzas personales.

Según Kike Delgado, de la cuenta Take me Back, “el Internet vino a democratizar la comunicación, pero también la envidia, la tristeza, la falta de saciedad”.

Nos venden sueños que no son nuestros. Hay cosas que creemos que debemos comprar y no cuestan, están ahí, como la montaña con sus flores y pájaros, lista para que la disfrutemos.

¿Tengo deudas con mis sueños? ¿Qué me debo a mí mismo y no he pagado?

Entrar al año nuevo como un barco de papel, sin norte, es un error. Al primer viento, me pierdo.

Por eso, pensemos en sueños legítimos, nuestros, desde la sobriedad. Y aseguremos la manera de cumplirlos.

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